Todo proceso electoral siempre se convierte en un tendedero.
A algunos les toca más que a otros, pero siempre habrá cola que les pisen como a Marcela Ávila Eggleton, candidata a Rectora de la Universidad Autónoma de Querétaro.
Y es que no es para menos recordar que su afamado cónyuge, Leonardo Valdés Zurita, tuvo un pasado oscuro durante la era Peña Nieto y tiene cierta influencia poderosa sobre ella.
Para los que tienen buena memoria y para los que no, del 2008 al 2013, Valdés Zurita fue nombrado Consejero Presidente del entonces Instituto Federal Electoral (IFE), institución en donde se ganó una crecida fama de defraudador.
El entonces IFE a su cargo atravesó por una de las polémicas de fraude electoral más grandes en la historia de México con la elección del Presidente Enrique Peña Nieto, que en ese entonces se habría comprobado que la había ganado el actual presidente Andrés Manuel López Obrador de manera legítima.
Desde entonces, cargó y ha cargado con el fantasma de defraudador y de haber sido artífice, juez y parte del robo electoral a la izquierda mexicana.
Incluso, tuvo que esconderse de estudiantes que lo encararon en el norte del país y cancelar una conferencia en la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) para no dar explicaciones a los universitarios sobre el robo que se había gestado desde el instituto electoral que presidía.
Desde entonces, solo se ha dedicado a ser agitador electoral contra el Gobierno y falso defensor de la democracia que él mismo transgredió hace una década.
Ahora bien, lo que muchos no saben es que Valdés Zurita sabe muy bien aprovechar sus dotes de orador con los que no solamente consiguió cargos públicos, sino que consiguió seducir a su alumna de Posgrado que ahora busca presidir la Autónoma de Querétaro.
¿Este es el tipo de consejos y estrategias políticas por los que se dejaría instruir su esposa para el manejo administrativo de la Universidad? Si al final, siendo alumna fue seducida por las palabras y la autoridad varonil de su entonces profesor, seguramente estas riendas no las tomará del todo sola.
Lo cierto es que sería un peligro politizar a la UAQ sabiendo que la familia Valdés – Eggleton tiene un pasado de favoritismo partidista y donde queda muy claro quién es el que tiene la última palabra.
Son solo suposiciones, pero como dice el viejo dicho, piensa mal y acertarás
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